Samu del Río: “No quería que mi disco tuviera aroma a cantautor”

Samu del Río: “No quería que mi disco tuviera aroma a cantautor”

Samu empezó en esto de la música tocando el violín. Cuando lo dejó, para disgusto de su familia, se empleó a fondo con la composición gracias a una guitarra que cayó en sus manos un verano. De sus primeros acordes en un curso intensivo fue creciendo hasta crear una pequeña y delicada maravilla en forma de EP llamada (Almost) Paralell. Hemos tenido la oportunidad de charlar con él mientras graba el que será su primer largo.

Tienes una sólida formación clásica. ¿Notas su influencia en tu música de ahora? ¿Qué queda de todo eso?

Sí, sobre todo en el caso del violín, que es un instrumento 100% melódico. Noto que hay una base clásica brutal. Hay quien se especializa en arreglos o en otro instrumento, pero yo siempre tuve claro que quería tocar algo para hacer canciones, ya fuera el piano o la guitarra. Con el tiempo, me incliné más por la guitarra.

¿Echas de menos el violín?

Mis padres más. Dicen que es la espinita que tienen. Pero había llegado al punto en el que o me lo tomaba muy en serio, con muchísimas horas de ensayo y de orquesta, o disfrutaba de la música, que es lo que estoy haciendo ahora.

¿Cómo nace (Almost) Parallel?

Lo grabamos en junio de 2013, pero no salió hasta diciembre de 2014. Cuando estaba de Erasmus en Finlandia dije: “Esto está aquí, ¿qué hago con ello? Pues lo subo”. Ese EP lo grabamos en Lowerside, un estudio que tenían Martí Perarnau y Ramiro Nieto por Conde de Casal. Yo llegué allí y ellos debieron flipar. Me preguntaron quién era mi banda y les dije, “no, no tengo banda”. A lo que respondieron: “Ah, pues tocamos nosotros”. Fue increíble porque así tengo en mi primer EP al batería de los Right Ons y a Martí (Sunday Drivers y Mucho, entre otros).

Les gustaste.

Yo creo que sí. Fue un lujo grabar con ellos, claro. Ramiro hizo las baterías y algún coro, y Martí grabó el bajo, las guitarras y los teclados. Fue un Juan Palomo entre los tres, quedé súper contento. Para el disco hemos ampliado en medios. Ya no somos los tres, sino que ahora las guitarras las graba Víctor López Pescador y el bajo Miguel de Lucas, que toca con Martí en Mucho, además de con Zahara y tal. Ahora tenemos la suerte de que cada instrumento tiene un tío que lo toca y lo toca muy bien. Las canciones las ensayamos y las olemos con aroma a grupo. El disco que estamos grabando no huele a cantautor para nada, no quería que tuviera ese aroma a singer-songwriter. El bajo lo graba Miguel de Lucas, excepto en dos canciones en las que lo hace Willy Tornado, un amigo nuestro que ha sacado un disco. Pablo Sotelo, con quien toco yo ahora, va a grabar también. Es un trabajo en equipo a lo bestia.

¿Cuándo podremos deleitarnos con él?

Espero que en 2016, aunque nunca se sabe. La idea es terminar de grabar en octubre, que esté mezclado en febrero, y después toca llamar a las puertas para ver a quién le interesa. De momento, estamos pensando sólo en la grabación, lo que venga después no tengo ni idea.

¿Hay alguna canción que sea la embajadora del disco?

“The queen is on drugs”. Es una canción que se sale un poco de mi estilo, es más 70s, 80s, algo que yo nunca había hecho. Entró en el estudio de una manera y salió de otra diferente. Acabamos diciendo: “¡qué hemos hecho, pero qué maravilla!”. No sabemos cómo hemos acabado aquí, pero nos flipa, es sorprendente. Cuando salga el disco la gente dirá: “¿Éste es Samu del Río? No me encaja para nada”. Pero eso me mola.

¿Qué dificultades has tenido para poder grabar?

El condicionante casi siempre en todo es el dinero, pero mi familia me ha echado un cable bastante gordo. De esos de obra. Gracias a su apoyo estamos grabando, y estoy en una nube. Yo jamás habría pensado que iba a grabar en un sitio como Reno y con la gente con la que estoy grabando. Es un regalazo brutal.

Para no hablar solo de las cosas malas, cuéntanos qué apoyos has tenido además de tu familia.

Ramiro. Y Martí, claro. Pero Ramiro fue la persona que siempre ha estado ahí. El que me decía “sigue haciendo canciones, sigue haciendo canciones” cuando me daban bajones. Y mira, ya he escrito yo qué sé, 50. De esas molan a lo mejor 16 y hay que elegir 10. Al final el consejo de Ramiro de “sigue escribiendo y no te rayes por cosas externas, tú escribes canciones”, ha funcionado. Así que cuando volví de Finlandia retomamos el contacto y decidimos grabar.

¿Has escuchado alguna canción a la que te sientas tan conectado que podrías haberla escrito tú?

Uf, qué buena pregunta. Puede ser que para eso haya una mezcla entre admiración por la canción y también adhesión al estilo. Que admires la canción pero que ese tío o tía que la canta sea una influencia tuya, y eso te haga estar más conectado. Eso me ha pasado con Elliot Smith. La canción “In between the bars” para mí es como un espejo. Igual estoy mucho tiempo sin escucharla pero sé que está ahí. Elliot Smith es un semidiós. Bueno, y luego los Beatles claro. Al final todas las influencias de la etiqueta pop se resumen en ellos. Estoy además haciendo el Trabajo Final de Grado sobre ellos y les tengo ya bien calados. Beatlemania a tope.

METEMOS EL VÍDEO https://www.youtube.com/watch?v=hPD-a1FjUtU

¿Hay alguna manía reconocible que tengas antes de los conciertos?

Soy un poco obsesivo con la afinación.  Siempre pienso que todo suena desafinado. Luego miro a Víctor, me dice que todo suena bien y ya descanso. Soy muy joven y todavía no tengo experiencia suficiente para controlar los nervios antes de los conciertos, aunque ahora voy mejor. Todo el mundo está de cervezas después de la prueba de sonido pero yo me voy corriendo a la sala, me encierro en un camerino y me quedo en plan: “Pues estoy nervioso. Aquí estoy, nervioso”. ¿Cómo no estar nervioso? Si intento no pensar en que estoy nervioso, más nervioso me pongo. Es un círculo. Así que te diría que manías tengo dos: la afinación y los nervios.

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