Azkena Rock Festival: Capeando el temporal desde 2002

Azkena Rock Festival: Capeando el temporal desde 2002

La vigésimo primera edición del festival gasteiztarra, que se ha saldado con la asistencia de un total de 48.500 almas sedientas de rock, ha vuelto a dejarnos un puñado de momentos memorables y actuaciones tan sobresalientes como las de Iggy Pop, Rancid, Incubus o The Undertones, entre otras.

Aunque la mejor noticia de todas es que ya podemos marcar en el calendario los días 20, 21 y 22 de junio de 2024, que será cuando se celebre una nueva edición del evento rockero más importante de nuestro país. De hecho fueron muchos los que hicieron cola para hacerse con el abono, a precio reducido, sin haberse publicado una sola confirmación. Pero ya se sabe: al Azkena se va, y punto.

Dicho esto, pasamos a compilar algunos de los highlights de este año del festival que es capaz de llevar el rock a cada rincón de la ciudad de Vitoria-Gasteiz durante tres días consecutivos. Algo que agradecen tanto los locales como los visitantes -que se mezclan en bares, restaurantes y en espacios como la Plaza de la Virgen Blanca- desde hace más de dos décadas.

Todos los días son días de Azkena

Lo primero que nos ha llamado la atención de esta XXI edición del ARF es que la primera jornada (jueves 15) estuvo tan concurrida que pareciera que fuera viernes o sábado. Con esto se confirma algo que ya viene ocurriendo en los últimos años, y parece que llegará un momento en el que nos costará recordar aquellos jueves en los que la asistencia era mucho menos multitudinaria que el resto de días.

Diríamos incluso que la de 2023 ha sido de las más animadas de la historia, y eso fue en parte porque hubo dos artistas de esos que arrastran a un montón de gente: Por un lado, El Drogas, luciendo un estado de forma envidiable que le permitió celebrar con los alaveses los 40 años de Barricada, y por otro, unos Rancid impecables que nos arrastraron a recordar una época gloriosa a través de himnos noventeros en clave punk rock (haciendo especial hincapié en el imprescindible ‘… And out come the wolves’). 

Ambos sonaron implacables de principio a fin y, sin duda, pusieron el listón muy alto al resto de grupos nacionales e internacionales que formaban parte del line up de este año y debían hacer acto de presencia viernes y sábado. Los primeros, que al igual que les pasó a Soziedad Alkoholika el curso pasado, han tardado demasiado en pasar por Mendizabala, lo dieron todo a lo largo de hora y pico en la que aprovecharon para repasar lo mejor de su amplio cancionero (“Bahía de Pasaia”, “Oveja negra”, “No hay tregua”, “En blanco y negro”, “Okupación”, “Problemas, etc.).

Por su parte, la dupla formada por Tim Armstrong y Lars Frederiksen puso todo el empeño del mundo en que aquello fuera una fiesta, la gran fiesta del punkrock melódico. Y, por supuesto, atacaron a la yugular con himnos de la talla de “Roots radicals”, “Muxwell murder”, “Ruby Soho”, “Old friend”, “I wanna riot”, “Side kick” o “Time bomb”. Pero también con joyas más recientes como ese inicial “Tomorrow never comes”, con el que arranca su nada despreciable nuevo disco (‘Tomorrow never comes’). Como era de esperar, los californianos invitaron al personal a darlo todo en el “circle pit” en varias ocasiones, y sus incondicionales respondieron.

Sorpresas te da la vida

Si ha habido alguien que ha tenido en tensión a gran parte de los azkeneros hasta última hora, ese ha sido Brandon Boyd, vocalista de Incubus. Y es que un día antes éramos muchos los que pensábamos que la banda de Calabasas no se presentaría en la capital alavesa tras haber cancelado sus shows en Austria, República Checa e Italia. Pero, afortunadamente, nos equivocamos de pleno.

Y de hecho podemos decir que estos iconos del metal alternativo de los 90 ofrecieron un muy buen show, sobre todo si tenemos en cuenta que el líder de la banda estaba a medio gas. Aunque eso no impidió que nos topásemos con un Brandon Boyd que, por momentos, parecía estar encantado de conocerse. Primero, se despojó de la camisa, luego de la ceñida camiseta de tirantes y, a partir de ahí, lo que pudimos confirmar es que se había desatado la euforia en las primeras filas.

Una pena, la verdad, porque creemos que este señor tiene muchos talentos como para tener que recurrir a estas cosas. Si estuviéramos en Sevilla en agosto igual podríamos pensar que las temperaturas le obligan a uno a tener que desprenderse de alguna que otra capa de ropa, pero en Vitoria-Gasteiz la cosa no funciona así. Y de hecho no hay más que ver cómo terminaría el asunto. Pero no nos adelantemos.

Yendo a lo estrictamente musical, no podemos obviar que es digno de admirar que el combo sea capaz de llevar una propuesta como la suya al directo de forma tan exitosa. No parece nada fácil que instrumentos, samplers y scratches por doquier consigan ser ensamblados de manera tan brillante, y esto hay que reconocérselo tanto a Incubus como a sus técnicos. Salieron más que airosos tanto a la hora de ejecutar el arsenal de himnos contenidos en ‘S.C.I.E.N.C.E.’ o ‘Make yourself’ como cuando se permitieron rendir homenaje a The Beatles (“Come together”), The Doors (“Riders on the storm”) o Pink Floyd (“Wish you were here”), que sonaron brevemente justo después de su no menos emotivo “Wish you were here”. Eso sí, no dudaron a la hora de elegir el cierre. Sonaron los primeros acordes de “Drive”, se hizo el silencio, los norteamericanos ejecutaron con precisión y abandonaron el recinto como unos de los grandes triunfadores de esta edición.

En el momento de escribir estas líneas se confirma que Incubus han cancelado sus actuaciones en Francia, Holanda y Bélgica, todas ellas previstas para esta semana. Vamos, que alguno puede pensar que no fue muy buena idea lo de salir a tocar en el ARF 2023 cuando venían de suspender varios shows seguidos en otras ciudades europeas. Desde luego, no es nuestro caso.

Vamos con más sorpresas vividas el pasado fin de semana. Concretamente, con una con acento español (además de mexicano). Y es que al final resultó que The Guapos no solo cumplieron, sino que convencieron incluso a los más escépticos con un directo muy divertido que, desde el arranque, invitaba a desinhibirse y a pasar un buen rato. A Leiva se le vio muy a gusto en su presentación oficial, tanto con las baquetas (su primera incursión en el mundo de la música fue detrás de una batería) como con la guitarra y las voces. Rock n roll festivo, bailable y en castellano, que por momentos recuerda a los mejores Tequila y que queda perfectamente recogido en ‘Hey!’, su debut. El madrileño se mostró muy agradecido con el recibimiento, siendo muy consciente de que los azkeneros más puristas no se lo iban a poner especialmente fácil al ex Pereza. Pero lo cierto es que muchos salieron de allí tarareando hasta la saciedad eso de “Porque soy un guapo…”.

No pueden decir lo mismo los que se acercaron -seguramente demasiado- para ver a los indescriptibles Gwar. Y es que los de Virginia, liderados por Blöthar The Berserker, la liaron parda en el tercer escenario con su heavy metal alienígena a la par que grotesco. Pusieron perdidos a todos los que ocuparon las primeras filas con líquidos de lo más variopintos que, según dicen, parece ser que no salen precisamente bien de las prendas de vestir (ni de las barbas). Además, durante su show marciano fueron desfilando por el escenario personajes de la talla de Carlos III de Inglaterra, Putin o el mismísimo Eddie (sí, la mascota de Iron Maiden), por citar algunas de las más llamativas.

Por último, vamos a destacar el bolo de los irlandeses The Undertones, que tuvieron que competir con Calexico en pleno prime time festivalero. Se entregaron de principio a fin y no bajaron de intensidad una vez descargado el legendario “Teenage kicks”, el único tema que el azkenero de nivel medio-bajo es probable que haya escuchado en alguna que otra ocasión. 

Fue una maravilla comprobar el estado de forma Paul McLoone, que estuvo pletórico y consiguió encandilar, además de a sus seguidores, a los que no les conocían de nada pero sí eran devotos de Buzzcocks, The Sex Pistols o The Toy Dolls, bandas con las que guardan ciertas similitudes. Con “Here comes the summer” aquello era una gozada y, la verdad, costó tener que abandonar a los de Derry antes de que se despidieran, pero no podíamos hacer otra cosa si no queríamos perdernos el arranque de los ya citados Incubus.

Y hasta aquí lo más sorprendente de esta edición para unos servidores, aunque esto es algo muy subjetivo. Por supuesto, hubo muy buenas actuaciones que no hemos mencionado. Como las de Melvins, que sonaron tan atronadores que sólo los más valientes fueron capaces de aguantar, los propios Calexico, a pesar de que a esas horas el cuerpo pedía otra cosa, The Soundtrack Of Our Lives, que sonaron de fábula y derrocharon profesionalidad por todos los poros, o Lydia Lunch & The Retrovirus, a quienes acompañamos muchos de los que no pudimos entrar a ver a The Kaisers. Aunque la suya no es una propuesta para todos los públicos, y esto hace que a alguno se le podía atragantar a esas alturas de la jornada, lo cierto es que sonaron potentes y se mostraron muy seguros defendiendo las canciones de la polifacética artista.

La consolidación de Trashville

Hace años nos hubiera costado creer que el espacio Trashville se terminaría convirtiendo en uno de los grandes atractivos del festival vitoriano, pero los que hayan intentado acercarse a esta carpa a ver a The Kaisers o Los Tiki Phantoms saben perfectamente de qué estamos hablando. Y es que, a día de hoy, se hace realmente complicado poder acceder a esta singular carpa cuya propuesta se ha ido consolidando con el paso de los años hasta convertirse en imprescindible.

La pregunta es: ¿podría Trashville morir de éxito? Está claro que el concepto y la programación no pueden ser más acertados, y por este motivo hay que felicitar a los responsables, pero la realidad es que, a juzgar por lo vivido este año, se nos ha quedado pequeño. A este respecto, también hay que decir que los momentos de asistencia masiva al escenario más loco y explosivo del Azkena suelen coincidir con otros directos que, aunque de artistas ultra consagrados, se están desarrollando en los escenarios principales y a más de uno se le pueden atragantar a según qué horas. Que cada uno escriba aquí los nombres de primer nivel que considere.

Dicho esto, el protocolo de entrada y salida de los asistentes en Trash a Go-Go!, que es donde se suele complicar el asunto, estaba perfectamente organizado y el tráfico fue bastante fluido en todo momento. Ahora bien, una cosa es que consigas entrar, después de hacer la inevitable cola, y otra muy diferente que consigas ver algo. Y, claro, gran parte del atractivo de los artistas que pasan por aquí es que consigan crear esa comunión con el público a ritmo de garage, surf, punk, rockabilly o rhythm and blues.

Mujeres al frente (por fin)

No hay que ser muy avispado para darse cuenta de que, definitivamente, las mujeres han dado un paso adelante para tener una mayor presencia en el cartel del Azkena Rock Festival. Y no nos referimos solo a esas cabezas de cartel que no necesitan de presentación y que, como se esperaba, estuvieron a la altura de las circunstancias (desde Lucinda Williams a Chrissie Hynde con sus The Pretenders), sino a muchas otras que suelen quedarse fuera de la foto.

En este sentido, hay que destacar el conciertazo que dio la serbia Ana Popovic, que junto a su banda de blues-rock puso la nota virtuosa del Azkena 2023. Tremendo arsenal de riffs y solos de guitarra fueron emanando de esa Stratocaster que debe seguir desprendiendo algo de calor a día de hoy. Y lo mejor de todo es que, a pesar de la complejidad técnica de su propuesta, lejos de resultar tedioso, el concierto fue tremendamente festivo. De hecho, se atrevieron incluso a juguetear con el funk, haciendo guiños puntuales a Prince (“Doin’ this”), Kool & The Gang (“Lasting kind of love”) o el mismísimo Michael Jackson (“Thriller”).

Pero hubo muchas más. Desde Lide Hernando (al frente de los donostiarras Liher) a Briana Carbajal, vocalista de S8nt Elektric (la banda de hard rock clásico donde también milita London Hudson, hijo del mítico Slash de Guns N Roses), y ambas dejaron más que buenas sensaciones sobre las tablas. Por no hablar de la multiinstrumentista Amanda Shires, que acaparó todos los focos del escenario más codiciado desde que apareció en escena con su violín para embelesarnos con su country-folk.

Por cierto, lluvia y tormenta fueron las otras dos féminas que hicieron acto de presencia a lo largo de la última jornada del ARF. Las mismas que nos calaron de arriba a abajo y nos dejaron sin ver a Nat Simons & Cherie Curry (The Runaways), que era uno de los conciertos que más nos apetecían del festival. Bueno, a decir verdad, estas inclemencias meteorológicas sólo retrasaron nuestra cita con ellas. Y es que el destino quiso que, pasada la una de la madrugada, en uno de esos momentos de ir a estirar las piernas, nos topásemos con estas dos felinas tocando para un público reducido el implacable “Queens of noise”.

Seguramente haya sido uno de los momentos más emocionantes vividos en esta cita que sigue creciendo en todos los sentidos después de mas de 20 años. Y todo apunta a que lo seguirá haciendo, al menos en 2024. No hay más que ver la cola que había en la taquilla al finalizar la jornada de conciertos del sábado para augurar que el próximo año se viene algo igual o mejor.

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