Amaia se hace mayor en su “primer WiZink”

Amaia se hace mayor en su “primer WiZink”

La de Pamplona derrochó talento, alegría y sensualidad (también espontaneidad e ingenuidad) desde que se subió la pasada noche al escenario de todo un WiZink Center que la arropó de principio a fin.

Tenía muchas ganas de esta cita, con la que venía a poner fin a una gira (‘Cuando no sé quién soy’) que la ha llevado durante más de un año a patearse algunos de los auditorios, salas y festivales más codiciados del país. Y qué mejor fin de fiesta que uno en el que el público te lleva en volandas y en el que estás rodeada de amigos que no quisieron perderse la gran cita en la capital.

Reconocería en varias ocasiones, a lo largo de los 100 minutos de concierto, que le ponía “su primer WiZink” (lo que hace presagiar que habrá muchos más) aunque eso era algo que ya sabían los 12.000 asistentes que se entregaron desde los primeros compases de “Bienvenidos al show”, que también es la encargada de abrir ‘Cuando no sé quién soy’ (2022), su segundo trabajo.

Foto: Jesús Malpartida

A partir de ahí, Madrid era una fiesta. Y Amaia se dejó llevar desde el minuto uno. “Madre mía, estoy flipando”, comentaba la navarra antes de contraatacar con “La vida imposible” y hacer una primera concesión a su aclamado debut (‘Pero no pasa nada’, 2019). Hablamos de la nostálgica “Todos estos años”, que escribió cuando decidió abandonar su Iruña natal para instalarse en Barcelona.

No sería el único momento en el que la cantante viajaría a su tierra natal. Haría lo propio con “Yamaguchi”, la jota que habla del hermanamiento existente entre la capital navarra y la ciudad situada al sudeste de Japón -que da nombre al parque pamplonica- desde hace más de 40 años. Y también aprovecharía para dedicar a sus padres “Piel canela” en el día de su aniversario. Es el bolero que le cantaba su madre cada noche, pero tocaba intercambiar los papeles para la ocasión.

La puesta en escena, como era de esperar, tiró más a la sobriedad que al barroquismo, lo que dejaba claro que esa noche la protagonista de la velada era ella y no quería distracciones. Que ya se sabe que los jóvenes de hoy en día tienden a dispersarse. Aun así, no tuvo reparo en compartir plano con Alizzz (en “Sexo en la playa” y “Yo invito”), Rigoberta Bandini (“Así bailaba”), Rojuu (“Quiero pero no”) o Samantha Hudson (“La canción que no quiero cantarte”).

Foto: Jesús Malpartida

Esta última se despidió del personal al grito de “¡Feliz día de la visibilidad bisexual!”. Y no sería la única reivindicación de la noche, ya que Amaia Romero -como buena defensora del pop clásico y la canción folclórica española- no tendría reparos en hacer guiños a David Bisbal (“Ave María”), Bad Gyal (“Fiebre”) o Camela (“Cuando zarpa el amor”). Tampoco faltó su particular homenaje al indie patrio con su versión del “Santos que yo te pinté” de Los Planetas. Hubiera pagado por ver la reacción de Jota y los suyos al ver a la joven muchedumbre desgañitándose, usando el smartphone como si fuera un mechero y deseando que ese momento no acabase nunca.

La artista salida de la academia de OT brilló igual o más que su vestido de corte setentero durante toda la actuación, en la que no hubo altibajos. Estuvo pletórica, tanto cuando estuvo sentada frente al piano como cuando el poderío instrumental de la canción la obligaba a corretear por el escenario y bailar en soledad o con alguno de sus invitados de excepción.

Foto: Jesús Malpartida

Algunos de los momentos especialmente memorables coincidieron con la ejecución de canciones como “El árbol” (en realidad no tiene título pero ella la llama así), que es la banda sonora de la serie ‘La Mesías’ (a cargo de Los Javis), la introspectiva “La persona” o la poderosa “Quiero que vengas”, con la que se dejó la voz (y el alma). Aunque para épico el cierre, que llegó con la reveladora “Quedará en nuestra mente”. No tengan duda de que así será, porque esa noche, la del 23 de septiembre de 2023, Amaia se hizo mayor.

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