Camellos tenían ganas de volver a pisar los escenarios
Esto quedó meridianamente claro el pasado jueves en La Rivera, donde los madrileños volvieron a ofrecer un concierto épico en el que los asistentes lo dieron todo.
Era una noche especial, y eso se palpaba en el ambiente de la sala, que tuvo muy buena entrada, y en el ansia que tenía el público fiel de Camellos de por disfrutarlos desde el minuto uno.
La última vez que tuvimos la oportunidad de disfrutarlos en directo fue durante la pandemia, cuando nos vimos obligados a vibrar con sus canciones sentados dentro de un teatro. Y precisamente después de un concierto como el del pasado jueves entiendes que a Camellos no se les puede sentar.
Al cuarteto original formado por Frankie, Fernando, Jorge y Tommy les acompañan en directo Abel Maregil a la guitarra, el grandísimo Javier Garay a la percusión y una sección de vientos que, juntos, dieron vida a una máquina perfectamente engrasada con la que llevar a cabo un directo memorable.
“Ejecutivos agresivos” dio el pistoletazo de salida. Seguidamente, “Peligrosamente” y “Divorcio”, pertenecientes a su último disco, ‘Manual de estilo’ (Limbo Starr, 2022), y temas como “Pesadilla en el hotel” y “Mazo”, cantada por Javi Ferrara de Parquesvr, nos dan pistas de que el setlist va a estar salpicado de composiciones de todos sus discos, sin dar prioridad a ninguno de ellos.
Desde los prolegómenos se veía que sus seguidores querían romperse en cada tema y que la banda, con esas colaboraciones estelares (aunque faltó Josele de Los Enemigos en “Cambios de humor”, estaba muy arriba y agradecida.
Después de “Tentaciones”, con una intro de piano especial, y ya con el personal desatado, Camellos fueron en busca de canciones en las que podrían brillar en formato cuarteto (el original), coincidiendo con el ecuador del show.
A partir de aquí ya no habría respiros, era el momento de “Très bien”, que invitan al pogo y al desfase absoluto. A continuación, Martín de Carolina Durante también se suma a la fiesta, cantando el clásico “Gilipollas” de su primer disco, ‘Embajadores’ (Limbo Starr, 2017).
Tras un breve descanso que se da tras finalizar “La libertad”, rápidamente vuelven a pasar a la acción. Cabe destacar que la banda suena muy potente, sobre todo teniendo en cuenta que La Riviera no es una sala fácil, pero el grupo pasa por encima de ella.
Es en “Tarde de cine” donde Jorge Beltrán coge los mandos, con Javier Garay sustituyéndole en la batería, y se tira al público, cantando y surfeando entre los brazos de la gente. Poco después, les avisan de que quedan 20 minutos para cerrar el chiringuito y ahí es cuando viene el tsunami.
“Arroz con cosas” y “Becaria”, como era de esperar, ponen aquello patas arriba. Pero huele a fin de fiesta, y “Que sobrabas” no puede ser mejor guinda para este pastel que nos comimos con las manos y sin preocuparnos de mancharnos las manos y la cara. Tanto el grupo como la muchedumbre nos merecíamos un directo así. Que sean nuestros embajadores por mucho tiempo.