El Kanka conquista a los madrileños (también) a la hora del vermú
Pues sí, parece que esto de las sesiones matinales se empieza a poner de moda en Madrid. La actuación de El Kanka ayer en la Joy Eslava, después de haber llenado la noche anterior la misma sala, vuelve a poner de manifiesto que los aficionados a la música son capaces de seguir a sus artistas favoritos independientemente de dónde y cuándo se programen sus actuaciones. Desde aquí apoyamos que se sigan promoviendo iniciativas como Matinales de El País, aunque entiendo que para las salas puede no resultar tan rentable como las veladas nocturnas.
Dicho esto, ayer El Kanka encandiló a una Joy Eslava abarrotada con un repertorio que venía a repasar sus tres discos de estudio, además de presentar en exclusiva algún adelanto del que está a punto de salir del horno. Y lo hizo sin banda, acompañado exclusivamente de su guitarra, la espontaneidad creativa de Anabel Perujo (autora de las portadas de sus discos) y algunos invitados que se fueron subiendo al escenario conforme iban pasando los minutos y les iba llegando su turno. Cabe destacar en este sentido el buen hacer de la granadina Patricia Lázaro, que seguro que hizo que más de uno tecleara su nombre en Spotify nada más llegar a casa.
Si tenemos que quedarnos con algunos momentos, esos en los que la gente se arrancaba a corear las canciones de pe a pa, no podemos obviar lo que allí ocurrió con “Querría”, “Qué bello es vivir” o a “A dieta de dietas”, donde la gente se vino muy arriba y El Kanka no podía estar más agradecido. Hubo tiempo para pasar lista a los malaguitas que había entre el público, con “Canela en rama” y, ya de paso, los del resto de Andalucía, rescatando esa bella canción homónima que rinde tributo a la comunidad que llevará el cantautor siempre en lo más profundo de su corazón independientemente de donde le toque echar raíces.
El malagueño solo se desprende de su guitarra durante el tiempo que dura una versión del “So payaso” de Extremoduro, esta vez sin El Niño de la Hipoteca dando apoyo moral. Para este pequeño homenaje a uno de sus ídolos, Robe Iniesta, se sirve de un ukelele. Y a muchos de los asistentes les sirve para recordar tiempos pasados, aunque a juzgar por su edad juraría que ellos nunca los vivieron.
Y eso fue todo, además de brillar con personalidad propia al ejecutar como “El día de suerte de Pierre Nodoyuna”, “Rin Rin”, “Para quedarte”,… ¡Qué ganas de ese nuevo disco y de volver a verte en Madrid presentándolo! Siempre será un placer.