Yann Tiersen encandila al público asturiano en el Centro Niemeyer
Yann Tiersen ofreció anoche el último concierto de su gira An Evening with Yann Tiersen solo con un lleno en el auditorio del Centro Niemeyer de Avilés.
Anoche el francés Yann Tiersen ofreció un concierto en el auditorio del Centro Niemeyer de Avilés de esos que no se olvidan fácilmente. La noche era fría y lluviosa y, en cuanto abrieron las puertas, el público pudo acceder a la planta baja del auditorio para poder apreciar las fotografías allí expuestas antes de ocupar sus asientos poco a poco.
Una vez dentro se veía sobre el escenario un piano y prácticamente nada más. No había artificios ni mucha decoración, solo unas pocas luces.
Como si de un espectáculo de teatro se tratase, con su aviso de apagar los teléfonos móviles, el concierto comenzó a las nueve en punto. Yann apareció en el escenario silencioso y se fue a sentar al piano, se acercó al micro y saludó a los allí presentes y, sin más dilaciones, comenzó el concierto. Detrás de él había un magnetófono que reproducía grabaciones de algún pájaro que, unidas a las primeras notas del piano de la pieza “Hent I” evocaban el despertar, no solo del disco Eusa, sino también de la historia de la que fuimos testigos anoche en Avilés. Sin parar, siguió tocando la alegre “Pern”, tras la cuál el público pudo aplaudir las primeras intervenciones del francés que agradeció con un tímido gracias. Y así, tras una hora tocando la historia que se narra en su disco Eusa, en donde se mezclan piezas más alegres con otras más tristonas e incluso serias, como todas las variantes de “Hent” desde la primera hasta la octava, terminó la primera parte del concierto.
A continuación, se levantó y se dirigió a donde tenía el violín, que prácticamente se perdía en la oscuridad del escenario. La iluminación cambió y comenzó a tocar “Mouvement introductif” con la novedad de que lo hacía ligeramente de lado, sin mirar al público, como si no estuviésemos allí, aunque en realidad estábamos obnubilados por su música y presencia. Tras dar un sorbo a su copa para refrescarse, se arrodilló ante el público y comenzó a tocar los pequeños pianos blancos que había en la parte frontal del escenario, la música que sonaba era como de una celesta pero en una versión casi de juguete del instrumento. Con ellos tocó “Prière Nº2” y, de ahí, volvió a sentarse al piano para tocar la primera de las piezas de la banda sonora de Amélie, “On the wire”.
Como si comenzase el segundo round, se volvió a levantar para volver a coger el violín y tocar la frenética “Le quartier”, para volver a arrodillarse ante nosotros y obsequiarnos con “La valse des monstres” y, como colofón final, “Dispute”, ambas pertenecientes a la banda sonora de Amélie.
Yann Tiersen salió de escena tranquilo, igual que había entrado. Y, tras una entregada ovación, volvió para un único bis tocando “Sur le fil”. Tras hora y media de concierto, el público salió para reencontrarse con la noche fría y lluviosa de Avilés.