Ruido Paraíso – Gran Atlas (Universal, 2019)
Aníbal Gómez, la mitad de Ojete Calor, nos sorprende ahora con su otro proyecto, Ruido Paraíso, que acaba de lanzar su último trabajo, Gran Atlas (Universal, 2019). Un compendio de temas que rezan y versan sobre la muerte, la religión y otros temas aún más trascendentales, a ritmo de baile y electropop de calidad.
Cabe señalar, antes de meternos en faena, que algunos de los grandes clásicos de la electrónica de los 80 se ven reflejados, de aquella manera, en este segundo disco de Ruido Paraíso.
“Lo siento”, el primer corte de Gran Atlas, recuerda a Depeche Mode en su etapa más oscura, la del Songs of faith and devotion. A continuación se quita toda esa oscuridad de un plumazo con la canción “Milagro”, en el que Ruido Paraíso se acompañan de La Bien Querida para dar forma al single y el tema bandera del disco.
“Bailaré hasta el Amanecer”, con New Order en el horizonte, aunque mostrando una faceta más alegre que la que encumbró a los ingleses, se escucha fácil y el meneo de caderas no tarda en aparecer. Por momentos, es difícil hacerse a la idea de que estas composiciones vienen de la media naranja del grupo más aclamado del subnopop.
“Voy a dejarte” se presenta como ese punto de unión perdido en el limbo en el que se encuentran Kylie Minogue y Dorian. Baile de club en estado puro. Aquí hay lentejuelas pero no en pantalón corto.
“Tu corazón es un puñal” huele a Pet Shop Boys. Lo mismo le estoy haciendo una correlación inexistente a todos los temas, pero me sale sin pensar, como algo innato.
Me salto “Oros” para detenerme en “Días de Gravedad” y así volver a la senda de la electrónica más clásica y aterciopelada. La que incita a saltar a la pista de baile, cerrar los ojos y dejarse llevar.
“Procesión” deja el camino libre, para que “Espadas”, con destellos a lo Tino Casal que también hay que reivindicar, sea el ultimo gran baile del disco que termina cerrándose con “Romería de difuntos”, una suerte de electro-saeta que le da a Gran Atlas un aire oscuro cuando está a punto de desvanecerse, aparcando toda sensación de fiesta creada con las canciones anteriores.