NOFX se despiden a lo grande de Madrid y España en una noche para el recuerdo
En la víspera de San Isidro, varios miles de incondicionales de la banda californiana decidieron desplazarse hasta el WiZink Center para corear un cancionero que, aunque supo a poco, sirvió para rendir homenaje a los 40 años de trayectoria de un grupo irrepetible.
Los devotos de Fat Mike y sus secuaces saben (sabemos) que anoche faltaron muchas canciones, que el bis elegido no estuvo a la altura de una despedida como la que presenciamos, que el sonido -y sobre todo el volumen- tampoco fue el que hubiéramos deseado los allí presentes,… Pero vamos a procurar quedarnos con lo bueno de la velada, que no fue otra cosa que el placer de ver disfrutar a varias generaciones de aficionados al punk-rock melódico de los 90.
Anoche volvimos a gozar a cargo de unos NOFX impertinentes, irreverentes, polémicos, parlanchines,… Y eso en realidad es una buenísima noticia porque viene a confirmar que van a ser genios y figuras hasta la sepultura. Durante algo más de hora y media -en la que hubo recados para Israel, The Clash o Green Day- nos obsequiaron con su mejor versión a nivel musical. Es innegable que cada vez tocan mejor, una pena que hayamos tenido que esperar varias décadas para poder disfrutar de una brillante ejecución de himnos generacionales como “The Brews”, “Murder the government”, “Eat the meek”, “Linoleum”, “The longest line” “Leave it alone”, “Kill all the white man” o “Stickin in my eye”.
La pena fue que no dejasen varias de estas joyas para la traca final y que, en su lugar, optasen por incluir otras que, a mi parecer, no representan a los mejores NOFX. Me refiero a temas como “Bottles to the ground”, “The separation of church and skate” o “The decline”, con el que se despidieron de manera indefinida del público español. Sinceramente, creo que solo “Don’t call me white” se salvaría de la quema, porque un último bis son palabras mayores.
En cualquier caso, disfrutamos de lo lindo con esos momentos álgidos que hicieron que hoy más de uno, entre los que me incluyo, estemos deambulando por casa como si nos hubiera poseído el mismísimo Chiquito de la Calzada. Pero qué bonito fue bailar al ritmo de “All outta angst” y hacer el cafre con “Monosyllabic girl” o “I’m telling Tim”, jugando todos a ser Eric Melvin por unos minutos. O quedarse afónicos tras ese “Champs elysees” con El Hefe haciendo de las suyas.
Momentos que nos harán suspirar durante mucho tiempo cuando recordemos que estuvimos ahí, participando de una comunión maravillosa con gente a la que no conocíamos de nada, siendo -en parte- protagonistas de una de las 40 noches que NOFX iban a usar para despedirse de su gente, que les llevará a visitar 40 ciudades, actuaciones en las que irán armados de un puñado de canciones que ya no sonarán nunca más en Madrid. Aunque, todo hay que decirlo, los NOFX que todos conocemos son capaces de desdecirse en menos de lo que muchos imaginan. Ojalá.
Antes de que salieran a escena los grandes protagonistas de la noche, que contaron con las colaboraciones de miembros de Goldfinger y Dance Hall Crashers, hubo varios actores secundarios que hicieron un más que digno papel. Nos referimos a los consagradísimos Circle Jerks, que dieron un show a la altura de la situación (en la línea de los que viene dando Keith Morris con Off!), en el que no faltaron clásicos como “Wild in the streets”, “Live fast die young” o el mítico “Wasted” de Black Flag.
Tampoco podemos reprochar nada a los legendarios G.A.S. Drummers, el único grupo que jugaba en “casa”, y al incansable Frank Turner, que aunque no necesitaba justificante alguno para poder subirse a ese escenario, en este caso menos aún porque traía bajo el brazo el flamante ‘FTHC’, un maravilloso ejercicio de punk-rock de la vieja escuela que seguro ha contribuido a ganar nuevos adeptos a la causa. Ambos fueron los encargados, junto a The Meffs, de caldear el ambiente durante unas primeras horas en las que no fue fácil tener que lidiar con un WiZink a medio gas.