Malcom Holcombe, el espíritu atormentado del country
Sala Boite Live, 13/04/2016
Ya son tres años seguidos los que lleva visitándonos el de North Carolina. Y en cada una de las tres ocasiones salimos de la sala contando los días para que llegue el siguiente encuentro en tierras patrias. Si en Abril del año pasado lo hacía para presentarnos su The RCA Sessions, esta vez le tocaba el turno a su maravilloso y realista Another Black Hole.
En el directo grabado en los legendarios estudios RCA de Nashville, Malcolm hacía un repaso a su trayectoria musical desde 1994 y se rodeaba de sus amigos incondicionales, entre los que se cuenta el imprescindible Jared Tyler. Precisamente el dobro de Tyler es el que le acompañó en Madrid la pasada noche con precisión cirujana durante una inolvidable velada.
La noche comenzó con Jared Tyler en solitario para atacar cuatro temas propios y un homenaje a Johnny Cash y Elvis. Con la parroquia ya caliente, apareció un ovacionado Malcolm Holcombe. Se notaba que había muchas ganas en artista y afición. Desde la primera nota que Malcolm arranca a su garganta rasgada de barítono penetra en tu alma y te sientes poseído por ese escalofrío de médula espinal abajo que te pone toda la piel de gallina. Es una sensación que no abandonas hasta que él no abandona el escenario.
Sus temas se suceden a medio camino entre el blues y la raíz country, pero un country oscuro, un country que denuncia las injusticias de un mundo en el que a Malcolm no le gusta vivir. Su propio aspecto denota que en la vida lo importante es precisamente la vida y no los artificios superficiales. Muchas de las canciones se enlazan unas con otras sin pausa y con mucha mala leche, como si tuviera mucho que contarnos y poco tiempo para hacerlo.
La rabia con la que está descargando su arte desde una silla de madera endeble que convierte en improvisada mecedora con sus espasmos, la saliva que cubre su guitarra resultado de la fuerza con la que proyecta su voz al micrófono,… te hacen comprender que aquí no hay artificios, que esto es crudo y que ha venido para instalarse como huésped de tu alma. Su música no es sólo música, su música es espíritu, un espíritu atormentado, un alma que cuenta todo lo que a Malcolm le ha tocado vivir durante sus más de 60 años. En las pocas pausas que hace nos explica alguna de estas experiencias tratando de llevárselo al humor, pero no cuela. Tiene un aspecto de profeta incontestable y te impone un respeto superlativo.
Tras el show, tuve la ocasión de conversar con él. Es la segunda vez que lo hago en los últimos dos años y os juro que cuando le digo que su música me toca, que todos lo debemos algo y que poco nos importa que a la misma hora 22 personas jugasen en calzones detrás de un balón para pasar a semifinales de Champions, me mira directo a los ojos desde los suyos vidriosos, me abraza los hombros, y me dice: “¡Gracias, Javier! ¡De verdad, gracias por todo!”. En ese mismo momento no lo pude evitar, vi la sencillez del genio, el alma detrás del espíritu atormentado y me despedí de mi ídolo con lágrimas en los ojos. ¡Gracias a ti, Malcolm! ¡Gracias a ti, siempre!