“Maneras de vivir”, la deuda que Fernando Navarro tenía pendiente con Madrid
Un día A lo largo de 2020 y 2021, a medida que el mundo cambiaba y se adaptaba a circunstancias extraordinarias, en Madrid, además, se asistía a la aparición de un mezquino nacionalismo –impulsado por intereses políticos– como supuesta defensa ante una singular ‘madrileñofobia’ que parecía extenderse por el resto del país. En ese proceso se acabó corrompiendo la palabra ‘libertad’ y Madrid, la ciudad abierta, también pretendía ser viciada y convertida en justo lo contrario de lo que siempre ha sido.
El periodista y escritor Fernando Navarro reaccionó ante esa situación saliendo a las calles de su ciudad para conocer las historias que de verdad importaban, las de las personas que estaban luchando y resistiendo para preservar un estilo y una forma de entender la vida en los que la cultura era la llama de todas las inquietudes.
Ante una época tan extraordinaria y ardua como la de la pandemia, el popular crítico musical y cronista urbano del diario ‘El País’ no compartía esa visión derrotista y catastrofista de Madrid que comenzó a promoverse entre algunos políticos y medios de comunicación. Le sorprendía encontrar artículos que afirmaban que la ciudad estaba desapareciendo. Quizá serían muchos los que veían la capital con unos ojos distintos a los suyos pero, de ser así, y si Madrid estuviese desapareciendo, tampoco entendía que la solución fuera huir, abandonar el barco.
Por el contrario, Navarro sentía que, si Madrid le había dado tanto, ahora le tocaba a él, más que nunca, corresponder a su ciudad. Si Madrid le había enseñado a vivir de una manera determinada, debía hacer honor a su historia, a la historia de esa ciudad que le acompañaba, como acompañaba a tantas personas de dentro y de fuera de ella. No solo se trataba de apoyar el tejido cultural de Madrid con conciencia, sino algo más. El periodista ofreció entonces a ‘El País’ una serie de artículos que tomase el pulso a la cultura madrileña en tiempos del coronavirus. La idea era sencilla: acudir a muchos lugares que nos habían hecho tan felices y saber cómo sobrevivían. Qué hacían, qué necesitaban, qué deseaban.
Así arrancó, bajo el título ‘Maneras de vivir’, una colección de textos que se extendió del 9 de septiembre de 2020 hasta el 26 de mayo del 21. Desde su arranque en la sala El Sol, un sitio emblemático de la noche madrileña, los artículos de Navarro fueron recorriendo lugares destacados entre salas de conciertos, librerías, tablaos, salas de cine, museos, teatros o bares. También aparecieron reflexiones personales a partir de discos y libros que se publicaban, festivales que se celebraban, obituarios simbólicos o ciertos asuntos políticos de actualidad.
Sin embargo, para el autor lo más importante en toda la serie era escuchar a las personas anónimas que han hecho de Madrid una ciudad admirable, con identidad propia. Porque detrás de todos esos sitios hay siempre personas que los soñaron primero, los levantaron después y los siguen trabajando ahora.
En una edición revisada, con introducción de contextualización a cada artículo y varios textos inéditos para cerrar la serie, este libro reúne un total de cuarenta de esas historias, protagonizadas por salas como El Sol, Libertad 8, Galileo o Clamores; la Cuesta de Moyano, el Museo del Prado, los cines de barrio y el Doré, el teatro Pavón y los alternativos de Arganzuela, bares como La Vía Láctea o el Palermo, librerías familiares, tiendas de vinilos, asociaciones vecinales, músicos callejeros, Los Enemigos, Johnny Burning…
Incapaces de resistirse al compromiso profesional y el impulso emocional del autor, tres autores, dos musicales y una literaria, han querido sumarse a esta edición para respaldar con sus textos la propuesta de Fernando Navarro. Testigos directos de los hechos que en ellos se narran, los artículos del periodista encuentran en la presentación visceral de Rosendo una manera inmejorable de abrir un fuego que Josele Santiago mantiene a continuación en una introducción que destila la misma agilidad afilada de sus canciones. Por su parte, Elvira Lindo cierra la obra con un epílogo que nos ayuda a despedirnos de ese puñado de sueños, esperanzas y vivencias con los que hemos conocido un Madrid que siempre llevaremos con nosotros.