El Azkena, ese festival en el que todo es de verdad

El Azkena, ese festival en el que todo es de verdad

En una época en la que lo impostado y lo artificial están a la orden del día, se agradece que se siga celebrando este encuentro para amantes de la música en el que priman la honestidad y la profesionalidad. Puedan dar fe de ello los 48.000 asistentes que han querido disfrutar estos días del festival de rock más importante del país.

Aquí no hay dobles, ni especialistas, ni siquiera sobreactuaciones. Abundan, en cambio, los redobles, los momentos especiales con las emociones a flor de piel y las actuaciones sobresalientes, sin trampa ni cartón. 

Para el recuerdo quedarán directos como los de Patti Smith, una de las grandes triunfadoras de esta edición, Social Distortion, Jerry Cantrell (Alice in Chains) o The Offspring. Pero también serán muy recordados los de Adia Victoria, Morgan o, por ejemplo, DeWolff, esos nombres que, con el paso de los años y merecidamente, van teniendo cada vez un peso mayor dentro del festival gasteiztarra y de la escena rockera en general. Pero ya nos ocuparemos de ellos más adelante.

Azkena Rock Festival, el reencuentro (Foto de Paco Poyato)

Ahora toca anunciar a bombo y platillo que, tras una nueva acogida sobresaliente, se han confirmado las fechas del Azkena Rock Festival 2023, que se desarrollará entre el 15 y el 17 de junio del próximo año. De hecho, no fueron pocos los que quisieron dejarse los deberes hechos antes de salir del recinto, adquiriendo su abono (a un precio reducido) a pesar de no haberse confirmado aún un sólo artista. Pero es que, ya saben, al Azkena se va, independientemente de los nombres, más o menos rimbombantes, que engrosen su cartel.

Cabe señalar que en esta ocasión, además del 20 aniversario de esta cita ineludible para los amantes del rock en su sentido más amplio, se celebraban los 40 años de vida de bandas tan adorables como The Toy Dolls, Social Distortion o Ilegales, además de las tres décadas de vida de los californianos Fu Manchu, que fueron una de las primeras confirmaciones allá por junio de 2019, y esos diez añitos de Morgan que saben a gloria.

Jueves 16: Había ganas de reencuentro

Lo primero a resaltar de la primera jornada de esta especialmente celebrada edición del ARF es el elevado número de asistentes que se congregaron desde primeras horas de la tarde en Mendizabala. Bastaba con hacer un barrido general para darse cuenta de que estábamos ante el mejor jueves de la historia, al menos en lo relativo a las cifras. Había ganas, no tengan duda.

Con el sol atizando a base de bien, fueron muchos los que quisieron reencontrarse con su gente después de tanto tiempo y, de paso, recibir como se merecen a Dirty Honey, los encargados de poner a prueba los altavoces del escenario principal a base de rock de corte setentero facturado en Los Ángeles. Ahora sí, ya no hay vuelta atrás (afortunadamente).

Foto de Morgan Wade de Jordi Vidal

Una de las grandes sorpresas de la tarde llegaría con Morgan Wade, una joven estadounidense que te encandila con su voz, llena de garra y personalidad. Lo suyo es el country-rock, con puntuales ramalazos pop, y dio buena cuenta de ello durante el tiempo que estuvo en el escenario secundario (algo menos de una hora). Más que suficiente para despertar la curiosidad del personal con hits de la talla de “Wilder days” y para hacernos bailar al ritmo de un particular “Suspicious minds”. Sin duda, un precioso homenaje al sonido Nashville, en general, y al gran Elvis Presley en particular.

Foto de Morgan de Jordi Vidal

En este mismo espacio, un poco más tarde, tendríamos la oportunidad de ver la consolidación azkenera de otra joven artista, en este caso nacional, que es la lideresa de una banda madrileña que ya deslumbró en la capital alavesa con su dulce voz y una propuesta que combina rock, folk, blues y soul a partes iguales.

Hablamos de Nina de Juan y sus inseparables Morgan, que nuevamente volvieron a encandilar al gentío con joyas de la talla de “Another road”, “Marry you” o ese “Sargento de hierro” que dejaron, sabiamente, para la traca final. Disfrutaron de lo lindo del show, casi tanto como los de abajo, lo que permitió a Nina salir, en un par de ocasiones, de su zona de confort para colocarse  delante del micro y en el medio del escenario. Qué menos, es el lugar que le corresponde ocupar a una de las grandes voces de nuestro país. Eskerrik asko, querida.

Poco antes de caer la noche, que no las altas temperaturas, llegaba el momento de vibrar con uno de los platos fuertes del XX aniversario del Azkena Rock Festival. Los que vivimos intensamente los años 90, nada más ver a Dexter Holland y Noodles sobre el escenario, sabíamos que lo que se avecinaba era una gran descarga de himnos generacionales en clave punk-rock. Y justamente eso es lo que ofrecieron The Offspring, acompañados en esta ocasión por el implacable batería Josh Freese tras la salida forzosa de Pete Parada, al negarse a vacunarse contra la Covid-19.

Foto de The Offspring de Óscar L. Tejeda

Eligieron “Staring at the sun” para avisar a los más rezagados de que la fiesta acababa de empezar y, a partir de ahí, Mendizabala era una fiesta gracias a la brillante ejecución de “Come out and play”, la coreada “Self esteem” o “Gotta get away”. Uno de los momentos más memorables de la velada llegó con “Bad habit”, otra de las joyas de aquella obra maestra titulada ‘Smash’, momento que Noodles, que adquirió el rol de maestro de ceremonias, aprovechó para interactuar un poco más con unos asistentes que hacía ya tiempo que ya estaban más que entregados.

También cayeron, y se agradecieron, composiciones más recientes como “You’re gonna go far, kid”, “Want you bad”, “Let the bad times roll” o “Behind your walls”, con recadito para Donald Trump incluido. Pero el despiporre general llegaría con “Pretty fly (for a white guy)” y “Why don’t you get a job”, que nos muestran la faceta más gamberra de los californianos. Vinieron, vieron y vencieron, convenciendo incluso a los más escépticos.

Foto de The Toy Dolls de Óscar L. Tejeda

Los más valientes, ya prácticamente de madrugada, echarían el resto con unos Fu Manchu que sonaron implacables de principio a fin y la divertida a la par que frenética propuesta del irreverente trío The Toy Dolls, sin duda uno de los grandes iconos del punk británico de todos los tiempos.

Viernes 17: Las leyendas y las nuevas generaciones comparten (y contagian) su pasión por el rock

Con los gemelos algo cargados, pero habiendo disfrutado ya del refrescante show del soulman francés Alexis Evans en la Plaza de la Virgen Blanca, tocaba enfilar nuevamente el vitoriano Paseo de la Senda. La segunda jornada se presentaba, en lo meteorológico, aún más calurosa que la anterior, así que, nada más llegar, lo más recomendable era pasar por debajo de las mangueras y tener bien localizadas las más de 30 fuentes de agua potable porque uno ya va teniendo una edad.

Una vez hidratados, lo siguiente era reconfirmar que lo que vivido en el último Azkena prepandémico (2019) no fue ninguna alucinación. Y, efectivamente, los Surfbort de Dani Miller volvieron a liarla parda a pesar de esos amenazantes 40 grados y de que sólo unos pocos valientes les estaban arropando en los primeros compases. A pesar de todo, ¡benditas incorporaciones de última hora!

Foto de Surfbort de Dani Vidal

Los de Brooklyn lo dieron todo de principio a fin, algo que el público agradeció, poco antes del final, invitando a la vocalista a hacer un stage diving infinito que aún no sé quién disfruto más. Porque la cara de la protagonista de la reciente, a la par que polémica, campaña de Gucci, era de inmensa felicidad. ¿Y el público? No podían estar más felices los asistentes después de haber sobrevivido a un setlist anfetamínico en el que no faltaron la adictiva “Les be in love”, la sorprendentemente melódica “Open your eyes”, o esos puñetazos en la cara titulados “Hippie vomit inhaler” y “FML” que nos dejan a todos noqueados pero deseando que los neoyorquinos vuelvan a pasar pronto por estos lares.

Antes de hacer una segunda parada en la programación de la segunda jornada festivalera, creo que es de justicia poner de manifiesto que cada vez son más las mujeres que se dejan ver por los diferentes escenarios del ARF. Y eso también hay que celebrarlo. Probablemente, la vigésima haya sido la edición con más artistas femeninas en el cartel, incluyendo lo programado en Trashville y la selección de DJs, algo que agradecerán especialmente los colectivos feministas que tuvieron a bien dar un tirón de orejas a los organizadores en 2018.

Dicho esto, vamos con otra de las grandes féminas de la jornada del viernes. De nuevo toca viajar al sur de Estados Unidos para darse un homenaje a base de blues y coquetear ya de paso con sonidos más rock o incluso country. La encargada de acaparar toda nuestra atención en apenas segundos es Adia Victoria, una joven de Carolina del Sur que desprende un magnetismo del que uno rápidamente intuye que no va a ser fácil zafarse.

Foto de Adia Victoria de Jordi Vidal

Ataviada con una Fender acústica, y a ratos también con una pandereta, nos fue conquistando al ritmo de “Different kind of love”, “My oh my”, “Magnolia blues” o “Whole world knows”. Y cada una de ellas no hace más que poner de relieve el enorme talento de esta artista que también ha sabido acompañarse en vivo de una banda sólida en la que brilla con especial intensidad el guitarrista Mason Hickman, que también ejerce de co-productor. Ojalá volvamos a verla por nuestro país, en una sala pequeña debe ser hipnotizadora.

Paralelamente se estaba desarrollando en el escenario principal (God) una actuación muy esperada, sobre todo para los seguidores de Alice In Chains. En uno de sus miembros fundadores y guitarrista principal, Jerry Cantrell, estaban puestas buena parte de las miradas. Y es que son muchos los que recuerdan con nostalgia a una de las bandas más grandes de la escena grunge y, al mismo tiempo, muestran un profundo respeto por los trabajos en solitario de Cantrell, más orientados a los sonidos western que al oscuro rock alternativo que practicaba en sus inicios.

Foto de Jerry Cantrell y Greg Puciato de Óscar L. Tejeda

En cualquier caso, era la ocasión idónea para homenajear al tristemente desaparecido Layne Staley en el 20 aniversario, ¿casualidad?, de su muerte. Y el encargado de asumir el papelón era Greg Puciato (ex The Dillinger Escape Plan), que consiguió poner los pelos de punta al personal cuando sonaron himnos de la talla de “Would?”, “Down in a hole”, “Them bones” o “Rooster”, que fue el tema que eligió para despedirse.

A estas alturas ya se podía hablar de un nivel altísimo en la mayoría de las propuestas que habían ido pasando por cada uno de los espacios próximos al Monte de la Tortilla, algo que también es extrapolable a la calidad de sonido, que fue sobresaliente salvo en momentos muy puntuales. Eso no quita que a muchos les costase decidir entre los alemanes Mad Sin, iconos absolutos del psychobilly a nivel mundial, y Drive-By Truckers, que son de esos repetidores de los que muchos jamás se cansan. A pesar de tratarse de propuestas muy diferentes, costaba decidirse porque cada uno de ellos es muy bueno en lo suyo.

Foto de Mad Sin en el escenario Love de Paco Poyato

Mucho más fácil lo tuvieron The Afghan Whigs, que congregaron a la mayor parte de los asistentes que pululaban por Mendizabala cuando ya había caído la noche. Y es que aún está entre los momentos más memorables del Azkena el show que ofreció Greg Dulli, frontman de los de Cincinnati, junto al recientemente fallecido Mark Lanegan. No obstante, lo que presenciamos el pasado viernes poco tiene que ver con lo que practicaban The Gutter Twins allá por 2008. Dicho esto, al show de The Afghan Whigs podemos decir que no le faltó de nada.

Arrancaron con el imbatible “I’ll make you see God”, primer adelanto del disco que verá la luz en septiembre y que llevará por título ‘How do you burn?’, y a partir de ahí fueron combinando obras mayúsculas y atemporales, como “Gentlemen”, “What jail is like” o “Debonair”, con otras más recientes pero igualmente imprescindibles (“Matamoros”, “Toy automatic”). Hubo tiempo incluso para recordar a Lanegan a través del descacharrante “Methamphetamine Blues”. Sin duda, un show a la altura de lo que se espera de un cabeza de cartel al que solo le faltó algo más de complicidad con el público por parte de la banda.

Foto de Social Distortion de Óscar L. Tejeda

Algo parecido ocurrió con Social Distortion en este mismo escenario, aunque ya saben que a Mike Ness se le perdona todo. Los allí congregados lo que querían era empaparse con la honestidad que este hombre desprende por todos los poros de su piel y bailar al ritmo de “Machine gun blues”, “Bye bye baby”, “Story of my life” y todo ese codiciado cancionero a medio camino entre el punk-rock y el rock n roll más crudo. Y eso se lo llevaron puesto. Al igual que varias versiones de alto calibre, entre las que se encontraban el “Wicked game” de Chris Isaak o el infalible “Ring of fire” de Johnny Cash. Una forma totalmente lícita, y efectiva, de intentar llevarse a su terreno también a aquellos que no sabían de las bondades de la banda de Orange County.

Y el que pensara que la segunda jornada ya iba a ir apagándose poco a poco no podía estar más equivocado. Aún tenían que reivindicarse Soziedad Alkoholika en el escenario Respect, que han tenido que esperar dos décadas para tocar en casa (lo primero que hizo Juan fue dejar el recadito a la organización). Una oportunidad que los alaveses aprovecharon al máximo, recurriendo a la pirotecnia y repasando gran parte de la trayectoria de una banda que fue crucial en la última etapa de aquello que se denominó rock radikal vasco.

Con un sonido muy embrutecido, mucho más cerca del metal extremo que del hardcore-punk de sus inicios, S.A fueron descargando sin concesiones “Ratas”, “En el tejado”, “Palomas y buitres”, “S.H.A.K.T:A.L.E” o “Cienzia asesina”, para terminar cerrando por todo lo alto con “Nos vimos en Berlín”. Si hubiera que entregar un galardón a la actuación más bestia, sería sin lugar a dudas para los vitorianos. También tenían todavía que hacer de las suyas los estadounidenses Life Of Agony, con una Mina Caputo al frente que lo dio absolutamente todo a pesar de que eran ya más de las dos de la madrugada, algo con lo que también tuvieron que lidiar los Ilegales de Jorge Martínez. Eso sí, ninguno de los dos grupos se achantó, a pesar de que buena parte del público, con la cabeza ya puesta en los platos fuertes de la última jornada, había abandonado el recinto.

Foto de Ilegales de Óscar L. Tejeda

Sábado 18: Las mujeres tienen el poder

A estas alturas el cansancio ya empezaba a hacer mella en más de uno pero, por suerte, la cada vez más variada oferta gastronómica del ARF serviría para reponer fuerzas. Lo que nos iba a permitir disfrutar de un tercer día, algo más fresco, en el que las mujeres del rock iban a tener un peso aún mayor que en días anteriores.

Y si hablamos de una actuación colosal, emotiva a más no poder, con un sonido impecable y en la que la comunión entre artista y público fue de manual, tenemos que hablar de la gran Patti Smith. Probablemente el suyo sea el concierto, de esta vigésima edición del Azkena, que la mayoría de los asistentes va a seguir recordando durante mucho tiempo. Y esto lo digo con conocimiento de causa, ya que a muchos de los que estuvimos en aquel Festimad de 2004 se nos quedó grabado aquel concierto de la musa del punk. Sobre todo ese momento en el que la de Chicago agarró un rotulador rojo para escribir sobre un trozo de tela blanca la consigna “People have the power”. Y precisamente esta misma canción es la que elegiría Patti Smith, acompañada de Emmylou Harris, para despedirse de un público que se había entregado desde los primeros compases con la ejecución de “Redondo Beach”, una de las grandes joyas contenidas en el mítico ‘Horses’.

Foto de Patti Smith de Jordi Vidal

Entre la una y la otra pudimos disfrutar de momentos una artista que a sus 75 años se mostraba esplendorosa. Se emocionó (creo que incluso llegó a llorar), bailó, rio, tocó las palmas, se acordó de su amigo Johnny Depp en “Nine”, se quitó la levita, se la volvió a poner,… ¡Estaba eufórica! Y también muy agradecida por la calurosa acogida de los miles de seguidores que se dejaron la voz coreando en “Gloria” o “Because the night” y que lo dieron todo con las versiones de “Helter Skelter” (The Beatles), en el día en que Macca cumplía 80 años, y “I wanna be your dog” (The Stooges), momento que esta artista legendaria aprovechó para tomarse un pequeño descanso.

Y así fue como la señora Smith volvió a insistir en que, esa noche, las mujeres tenían el poder. Algo que también había dejado claro poco antes Emmylou Harris, deleitándonos con himnos country de la talla de “Ooh Las Vegas” o “Red dirt girl”, y en lo que también insistiría la gran Suzi Quatro. Las dos brillaron con luz propia, cada una en su estilo, pero no cabe duda de que sus incondicionales pudieron dar buena cuenta de que ha merecido la pena traerlas para este 20 cumpleaños tan especial. No podemos decir lo mismo, lamentablemente, de la pelirroja reina del rockabilly Kim Lenz, que tuvo que cancelar su show en la Plaza de la Virgen Blanca tras dar positivo en Covid-19.

Foto de Emmylou Harris de Óscar L. Tejeda

En resumen, ha sido un fin de semana para el recuerdo en el que todo ha salido a pedir de boca. Desde la puntualidad con la que salían los artistas a escena hasta el hecho de no tener que hacer prácticamente colas para pedir en las barras, visitar los baños o recargar las pulseras (este año ha vuelto el sistema cashless).  No ha faltado ni siquiera ese refrescante chaparrón que es ya marca de la casa y que fue lo suficientemente corto para llegar a refrescar el ambiente sin tener que fastidiar a los grupos de amigos que querían sentarse en el verde mientras las bandas se iban dando el relevo en perfecta armonía.

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